Sube tu montaña económica

Si quisieras escalar el Everest, no saldrías de tu casa sólo con tus llaves, teléfono y cartera, ya que para lograrlo necesitarías una preparación previa, fortalecer tu cuerpo, tu mente y adquirir el equipo necesario, para lograrlo. Con las finanzas sucede lo mismo, ya que para alcanzar unas finanzas saludables es necesario prepararte y adquirir los productos financieros adecuados a tus necesidades. A continuación, te dejamos una serie de pasos para que escales tu propia montaña financiera.

Prepárate

Lo económico: Tu estado financiero y tu condición física son muy parecidos, no puedes correr más de lo que tu cuerpo te permite, al igual que no puedes gastar más de lo que tienes por ello es importante que:

  • Analices tu estado financiero actual, ya que si no sabes como estás, tampoco sabrás como mejorarlo y para ello tu mejor aliado es un presupuesto. Revísalo e identifica en qué rubros puedes eliminar o disminuir gastos, así generarás un excedente que te permita pagar deudas y ahorrar.

Lo mental: El factor psicológico para enfrentar un reto es muy importante para sortearlo de la mejor manera y cumplir cada uno de los objetivos que te plantees.

  • Enfócate en tu meta y haz lo necesario para alcanzarla. En el caso de una meta de ahorro, define una cantidad fija para ahorrar ya sea semanal, quincenal o mensualmente y sé constante. Si tu meta es salir de dudas, haz un plan de pagos que te permita ir liquidando una a una y trata de no utilizar la tarjeta de crédito.

Lo material: Tener los materiales necesarios es parte fundamental para hacer más sencillo tu camino y cumplir tus objetivos con menos dificultades.

  • Caminar el sendero es más sencillo con botas y no con zapatillas de ballet, cada uno sirve en diferentes lugares. Educarte financieramente y elegir los productos financieros correctos para ti, te permitirán alcanzar y tus metas y sacarles el mayor provecho posible.

Recuerda que, en el camino, ya sea para subir una montaña como en el manejo de tus finanzas, siempre puedes detenerte a tomar una pausa y planear tu siguiente paso. Por ejemplo, si detectas que perdiste el rumbo gastando más de lo planeado o invertiste tu dinero en un instrumento equivocado, siempre puedes corregir el rumbo y seguir adelante para llegar a tu objetivo.

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